Basta de Suiza o Alemania, ¿Y si miramos más allá?

Basta de Suiza o Alemania, ¿Y si miramos más allá?

No tenían petróleo, ni litio, ni soja. Tenían un plan.

En Argentina, cuando se habla de desarrollo, los referentes suelen ser siempre los mismos: Suiza por su estabilidad, Alemania por su industria, Irlanda por su salto tecnológico o Estados Unidos por su dinamismo. Son modelos admirables, pero todos comparten una característica que rara vez se menciona: nacieron o se consolidaron como países desarrollados hace ya muchas décadas, con instituciones maduras, mercados internos amplios y posiciones privilegiadas en la economía global.

Lo que casi nunca aparece en el debate es Corea del Sur. A comienzos de la década del 60 era uno de los países más pobres del planeta: su ingreso per cápita apenas superaba al de Ghana, su infraestructura estaba devastada por la guerra y su mercado interno era minúsculo. Sin embargo, en poco más de medio siglo se transformó en una de las diez economías más grandes del mundo, líder en tecnología, con exportaciones que representan más del 40% de su PBI y un ingreso per cápita que triplica al argentino.

¿Por qué mirar a Corea del Sur? Porque, a diferencia de los modelos europeos o norteamericanos, su punto de partida se parece más al nuestro: una economía periférica, con atraso tecnológico, recursos limitados y la necesidad urgente de encontrar un lugar competitivo en el mercado global. La diferencia es que ellos lo lograron, y nosotros no.

El contraste entre ambos recorridos no es solo un ejercicio de historia económica: es también una radiografía de nuestras decisiones estratégicas. Mientras Corea apostó por una industrialización orientada a la exportación, con sectores elegidos y respaldados de forma coordinada por el Estado y el sector privado, Argentina se mantuvo atrapada en un esquema pendular entre proteccionismo y apertura desordenada, sin metas claras de competitividad internacional.

Tal vez sea hora de ampliar el horizonte y dejar de buscar exclusivamente en el Norte Atlántico las recetas para el desarrollo. Quizás el ejemplo más inspirador para Argentina no sea el de un país que siempre fue rico, sino uno que quiso dejar de ser pobre.

El espejo asiático

En 1960, Corea del Sur era uno de los países más pobres del planeta. Tenía un PBI per cápita similar al de Ghana, un mercado interno diminuto y una infraestructura devastada por la guerra. Dependía casi por completo de la ayuda estadounidense.

Sin embargo, en apenas tres décadas logró uno de los procesos de crecimiento más rápidos y sostenidos de la historia contemporánea. Entre 1962 y 1990, el PBI surcoreano creció a tasas cercanas al 9% anual (Banco Mundial, 2023). Hoy su PBI nominal ronda los 2 billones de dólares —cuatro veces el argentino— y ocupa el décimo lugar mundial.

¿Cómo se explica semejante salto?

Primero, por una estrategia de industrialización orientada a la exportación. En lugar de sostener indefinidamente un mercado interno protegido, Corea seleccionó un puñado de sectores con potencial de competir globalmente: textiles, astilleros, automotriz, electrónica. La meta era clara: ganar escala, aprender, y luego avanzar hacia bienes de mayor valor agregado.

Segundo, por la concentración de esfuerzos. Un reducido número de conglomerados familiares —los famosos chaebols, como Samsung, Hyundai o LG— recibieron respaldo estatal condicionado al cumplimiento de objetivos de exportación. Quien no cumplía, perdía el apoyo.

Tercero, por un Estado planificador pero pragmático. Desde 1962 se implementaron planes quinquenales que coordinaban inversiones, infraestructuras y financiamiento. El proteccionismo inicial tenía fecha de vencimiento: se abría el mercado interno una vez que las empresas alcanzaban estándares internacionales de productividad.

Finalmente, por una fuerte inversión en capital humano. Corea pasó de tasas de alfabetización modestas a un sistema educativo orientado a competencias técnicas y universitarias, capaz de abastecer las necesidades de una economía industrial avanzada (OCDE, Education at a Glance, 2022).

La bifurcación

A mediados del siglo XX, Argentina y Corea del Sur tenían niveles de ingreso per cápita no tan lejanos. En 1960, según el Banco Mundial, el argentino medio ganaba unos 7.800 dólares constantes de 2015; el coreano, apenas 1.400. Sesenta años después, la relación se invirtió: Corea del Sur supera los 35.000 dólares per cápita, mientras que Argentina ronda los 11.000.

La diferencia no es solo económica: es también estratégica. Corea adoptó una visión de largo plazo, incluso bajo regímenes autoritarios, que priorizó la inserción competitiva en el mercado global. Argentina, en cambio, quedó atrapada en un péndulo entre apertura desordenada y proteccionismo crónico, sin una política industrial coherente.

Nobleza obliga:

No hay que idealizar el caso coreano. Su “milagro” económico fue también producto de circunstancias irrepetibles: el contexto geopolítico de la Guerra Fría, el acceso privilegiado a los mercados estadounidenses y japoneses, y una ayuda financiera excepcional. Pero su planificación estratégica deja destellos dignos de ver:

  • La importancia de definir sectores prioritarios y no dispersar esfuerzos.
  • El valor de la disciplina estatal para premiar resultados y retirar apoyo ante el fracaso.
  • La necesidad de una conexión directa entre política industrial y apertura comercial.

Argentina no puede (ni debe) copiar el modelo coreano, pero sí puede aprender de su consistencia estratégica. Los países que progresan no lo hacen por azar: eligen un rumbo y lo sostienen durante décadas. Corea lo hizo. Argentina aún está a tiempo de decidir si quiere seguir su ejemplo o resignarse a seguir mirando desde atrás.

Fuentes:

Banco Mundial (2023). World Development Indicators.

Maddison Project Database (2020). Historical GDP per capita.

OCDE (2022). Education at a Glance.

Amsden, A. (1989). Asia’s Next Giant: South Korea and Late Industrialization. Oxford University Press.

Cumings, B. (2005). Korea’s Place in the Sun: A Modern History. Norton.

También te puede interesar:

Últimos contenidos