¿Confiaremos más en algoritmos que en gobiernos?
La crisis de confianza: Un problema global con raíces locales
En Argentina, por segundo mes consecutivo, la confianza en el gobierno continúa
bajando, según el último El Índice de Confianza en el Gobierno (ICG) (Universidad
Tortcuato Di Tella, 2025). Este escepticismo no es exclusivo: Argentina sigue
estancada en el Índice de Percepción de la Corrupción (especficiamente, el puesto
99 de 180) realizada por la ONG Transparencia Internacional. La desconfianza
erosiona la democracia, pero también abre la puerta a soluciones innovadoras.
¿Podrían herramientas como las DAOs (Organizaciones Autónomas
Descentralizadas), basadas en blockchain (la tecnología utilizada por
criptomonedas como bitcoin) ofrecer un camino hacia una gestión más
transparente?
Una DAO es una organización gobernada por reglas codificadas en blockchain),
donde las decisiones se toman de forma colaborativa. A diferencia de las
estructuras jerárquicas tradicionales, aquí no hay dueños: los miembros votan
propuestas según su participación o contribución. Este modelo, popularizado por
proyectos como MakerDAO (que gestiona $8 mil millones en activos), se usa para
financiar startups, arte y hasta políticas ambientales.
¿Cómo funciona?
1. Transparencia: Todas las transacciones son públicas y verificables en la
blockchain.
2. Meritocracia: El poder de voto depende de tokens (como acciones digitales).
3. Automatización: Los contratos inteligentes ejecutan acuerdos sin
intermediarios.
Por citar un ejemplo, En 2021, la ciudad de Zug (Suiza), pionera en adopción de
blockchain, implementó un sistema de votación digital para decisiones municipales.
Los residentes participaron en consultas públicas mediante una plataforma
blockchain, asegurando transparencia y reduciendo riesgos de fraude. Este proyecto,
respaldado por el gobierno local, sentó las bases para explorar DAOs en gobernanza
(Gobierno de Zug, 2021).
Blockchain en el sector público
Varios gobiernos ya exploran esta tecnología:
● Estonia: Digitalizó el 99% de sus servicios públicos con blockchain, desde
historiales médicos hasta votaciones (e-Estonia).
● Medellín: Usó una plataforma blockchain para presupuestos participativos,
logrando un 40% de participación juvenil (BID, 2022).
● Dubái: Automatizó el 50% de sus trámites gubernamentales, ahorrando 25
millones de horas laborales (Dubái Blockchain Strategy).
Estos casos muestran que la tecnología no solo agiliza procesos, sino que también
puede reducir la corrupción. Según Transparencia Internacional (2023), Estonia ha
disminuido los sobornos en un 35% desde que implementó blockchain.
Pero esta tecnología y oportunidad, no está absenta de desafíos, hay una enrome
brecha a la hora de implementar o siquiera discutir, estas posibilidades. Si bien todo
suena muy prometedor, ésta utopía de la descentralización enfrenta obstáculos:
1. Brecha digital: En Argentina, todavía 10 millones de personas no cuentan con
la posibilidad de aprovechar el acceso a internet plenamente. Sin acceso
equitativo, la participación se limita a una minoría.
2. Resistencia al cambio: Sindicatos y funcionarios pueden percibir estas
herramientas como una amenaza a sus roles.
3. Seguridad: En 2022, hackers robaron $600 millones de la DAO Ronin Network,
recordando que ninguna tecnología es infalible.
Las DAOs plantean preguntas incómodas pero necesarias: ¿Estamos dispuestos a
ceder control a sistemas automatizados? ¿Cómo garantizar que la tecnología no
excluya a los más vulnerables? La tecnología Blockchain podría ser una herramienta
para democratizar la toma de decisiones, pero solo si se diseña con inclusión y
transparencia como pilares. El debate, una vez más, no es necesariamente técnico,
sino ético y político.












