La educación como herramienta geopolítica

La educación como herramienta geopolítica

El 85% no alcanza un nivel satisfactorio en matemática, ¿tiene esto consecuencias geopolíticas?

El pasado mes de marzo, el secretario de educación Carlos Torrendell participó de un foro organizado por la ONG Educar 2050 y la Universidad Siglo XXI. Allí planteó que la renovación de la escuela secundaria forma parte de las “políticas prioritarias” que se plantean desde la política educativa federal. Este mismo año, la Provincia de Buenos Aires y CABA empezaron a implementar reformas en sus respectivos regímenes académicos para este nivel educativo. En los últimos años, Santa Fe, Río Negro, Córdoba, Tucumán y otras provincias también avanzaron con reformas educativas importantes en este tema. Pareciera ser que la reforma de la educación secundaria se constituye como uno de los consensos no buscados de la política argentina: se impone por necesidad.

Algunos de los puntos incluidos en varias de las reformas son la eliminación de la repitencia para pasar a un sistema de recursada por materia, dejar de centrarse en los “contenidos” para centrarse en los “aprendizajes”, entre otros. El proyecto de reforma federal, según Infobae, pretende además dar mayor “libertad” a las escuelas para probar diversidad de modelos (por ejemplo, agrupar a los alumnos según intereses o conocimientos y no según edad) e incorporar la inteligencia artificial al trabajo docente y al aula.

Las causas de este repentino despertar en su interés por la educación de todas las jurisdicciones es clara: según las pruebas Aprender 2024, el 85,8% de los estudiantes de último año de secundaria no alcanza un nivel satisfactorio en matemática, mientras que un 42% no lo hace en lengua. Estos datos concretos solo refuerzan la percepción ya generalizada sobre la crisis del sistema educativo, y obligan a toda la clase política a dar algún tipo de respuesta. Pero, ¿va a ser esta respuesta funcional? Las reformas del sistema educativo tienen la lamentable tradición de no cumplir sus objetivos o a veces incluso planteárselos de forma equivocada. Se suele hacer una reforma de emergencia cuando se publican estos datos decepcionantes pero a la larga el sistema educativo continúa empeorando.

En este artículo busco resaltar un aspecto poco comentado de la educación, y cuya toma de conciencia tal vez podría llevar a un abordaje más serio y de largo plazo sobre la política educativa. Esta es la importancia geopolítica de la educación.

En primer lugar, la geopolítica clásica considera importantes para la posición internacional, o poder, de un país, a los factores geográficos, militares y económicos. Es en esto último donde la educación es fundamental. Sin personas educadas en un sentido técnico, o sea capaces de resolver problemas complejos que requieren un conocimiento específico, el desarrollo económico alcanza un límite. Por bueno que sea un plan de desarrollo o por útil que sea la estabilidad macroeconómica, el crecimiento del país toca un techo allí donde la productividad de las empresas lo hace; y la productividad de las empresas, en última instancia, se ve limitada por las capacidades técnicas de sus trabajadores. Si no hay ingenieros capacitados, difícilmente pueda crecer una industria.

En segundo lugar, desde la geopolítica contemporánea se considera que la posición internacional de un país no depende solo de su fuerza militar o económica, sino también de factores sociológicos de la población. Una población más preocupada por su país, más informada sobre los conflictos políticos locales e internacionales, y sobre todo más segura sobre ciertos principios éticos, es una población más difícil de manipular y más capaz de aceptar sacrificios en pos de un interés nacional. En este sentido, la educación también es esencial para formar a los ciudadanos.

Ambas perspectivas, la de la geopolítica clásica y la contemporánea, se corresponden a los dos fines que tradicionalmente se le atribuyen a la población: enseñar ciertas habilidades que sean útiles laboralmente y formar a una persona para que viva plenamente en un sentido ético. La idea que propongo en este artículo es que ambos fines no son solo propios a la educación, ni tampoco se extienden únicamente a los campos económico y ético, sino que tienen consecuencias concretas en la política y la geopolítica, y por lo tanto en el bienestar de todo un país. Viéndolo desde este punto de vista, tal vez la sociedad y los políticos empiecen a darle a la educación una importancia mayor y un lugar que se integre en la realidad política y social del país. Considero que una reforma planteada desde este punto de vista puede tener objetivos e implementaciones mejores.

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